Mi mente que extiende sus abrazos intentando aprehender todo lo que sucede a su alrededor. Mi corazón que intenta capturar todo lo que estoy sintiendo. Mi ser que lucha contra el tiempo para no llegar a olvidar quién soy yo ahorita. Mi negación por dejar mi vida como está.
Regresando a donde me quedé la última vez que escribí (que cada vez lo hago menos *carita triste*); soy feliz. Mi carrera empieza a recordarme por qué decidí estudiarla, y el mounstro capitalino no me deja olvidar que hago aquí. Esta vez no me interesa explayarme en esto punto (sí, sofía sí, sabemos que méxico te mueve mucho y que la gente y que el metro y que blah blah blah). Yo quiero decirte, hoy quiero pensar, en las despedidas.
HOLA. Mi nombre es Sofía, vine al DF por seis meses y me quedé otros seis más.
Llegue al DF con la promesa de regresar y no quiero volver.
Soy Sofía, vine al DF y me enamoré.
Hola, me llamo Sofía y me tengo que despedir.
De mi hermano, de ciudades lejanas, de amistades veloces, de momentos felices y de otros muchos tristes, de ilusiones de amor, de planes y promesas. Me he despedido ya muchas veces. Mis decisiones me han llevado a situaciones donde dejo partes de mi atrás, en lugares a los que nunca he vuelto para recogerlas. A mi mente le gusta sentirse rebelde, desapegada de casa, libre de conocer, de ir y venir, de soltar riendas y a donde me lleve el viento (por lo menos, en el ideal poético siempre me he visto identificada). No me cuesta mucho dejar casa, no me para el miedo de empezar de cero, disfruto de cambiar de aires [eso hago aquí].
Hasta hace poco yo creía esto: llegas a un lugar, le das todo, te da todo, te vuelves parte de él y construyes una parte de ti en sus raíces, llega el momento de partir, sufres y lloras lo necesario para entender lo importante que fue para ti, pero recuerdas la premisa de que fuiste para volver, que tienes un hogar que te espera, que un viaje es viaje porque se regresa a casa. Y en fin, regresas y las cosas son grises en lo que te vuelves acostumbrar, recurres a la tecnología para seguir en contacto de todas las personas que quisiste y poco a poco vas soltando los momentos para que se instalen en el recuerdo, los mails son más ocasionales, ves las fotos cada vez menos, dejas de ansiar estar allá y no aquí [y pasará, y todo también pasará. ya no lloro más, tengo de que reír].
Eran estos días que me atacaba el hambre de comerme al mundo. De salirme de lo conocido y buscar lo nuevo simplemente, porque es nuevo, porque es mi tiempo de hacerlo. Y aunque las despedidas duelen no te arrepientes de nada. Todo lo aprendido, todo lo querido, todo lo bailado, ¿quién nos lo quita?
Y luego llega mi hoy. Esta vez lo siento diferente, esta vez no estoy viendo tan fácil la despedida, esta vez he perdido el rumbo de regreso a casa, esta vez, me siento ahí.
-Sofía, ya has hecho esto.
-Sofía, vamos, esto no puede ser tan difícil.
-Sofía fuerza, que a todo se acostumbra uno menos a no comer.
-No quiero estar lejos de esto.
Y luego llega mi hoy y entiendo... Sofía está creciendo. Mi huída echó raíces en la Ciudad de México, estudio lo que me gusta en donde me gusta, mi corazón cree que es válido luchar por lo que aquí tengo, mi mente se imagina construyéndose aquí. Guadalajara no ofrece otra cosa más que regresar a terminar la carrera. Sin esperarlo, dejé atrás mi actitud -hay que destruir el d.f. que vengo de ida y vuelta- y creé una vida. Existe la sospecha que a esa nueva actitud le puedo poner un nombre, que decir que no tiene nada que ver el amor sería mentira, pero es que mi amor va más allá de una persona.
Llevo varios meses pensando en mi proyecto de vida, en dónde quiero estar, qué quiero hacer, en qué quiero trabajar, hacia dónde voy a crecer. Nunca antes le había prestado mucho atención al asunto, antes la vida me decía que ya habrá tiempo de pensar en eso (y siento que ya me está llegando el tiempo). Y aunque no tengo respuestas, por primera vez me siento caminando hacia allá. Mi intercambio me abrió una puerta a algo que yo no esperaba, mi rato de "cambiar de aires" me mostró los aires en donde quiero respirar normalmente.
al amor le puedo poner un nombre.
a la ciudad también puedo nombrarla.
al proyecto una corazonada de que va por ahí.
a los amigos les puedo dedicar lo escrito.
al plan no le puedo poner palabras.
¿Qué vas a hacer Sofía?
-es que una parte muy grande de mi me dice que mi lugar está junto a ti.